martes, 24 de mayo de 2011

MEMENTO MORI

La soledad me acompañaba una tarde de mayo, el reloj apuntaba las 16:22, tal día como un 11, hacia en Madrid un calor insoportable, intentaba alargar la duración de la copa que me estaba tomando, y el tiempo parecía darme una revancha…

Considere no ponerme la chaqueta, pero si aflojarme la corbata, cuando de repente allí de pie junto a mi apareció la visión de un ángel celestial, me alegre de contemplar aquella luz al menos por unos instantes y no quedarme ciego en el intento, otras partes de mi también se alegraban de volver a ver y sentir tan poderosa atracción. Una mujer hermosa sin duda, hoy brillaba extremadamente, parecía muy diferente a otras ocasiones, en las que simplemente parecía una más, de tantas, parecía un ángel, con un halo un tanto descolorido, dejando un aire en ella barroco de ángel caído, su pelo tenía un aire descuidado, que desafiaba todas las leyes conocidas, su cabello, oscuro, parecía brillar al sol, como un arcoíris, miles de tonos la coronaban Y Las alas de aquella entidad se expandían y formaban un caleidoscopio, distorsionando el movimiento de la ciudad.

Su expresión lánguida, contrastaba con su rouge labial, sus ojos oscuros enormes le daban un aire triste, pero su boca y su sonrisa, distraían toda esa tristeza y la difuminaban, dejándola casi imperceptible para otros ojos, otras miradas, sin embargo mis ojos se perdían en sus curvas en su femineidad y su escote me recordaba paraísos de Lewis Carrol… y todo en todas partes rezaba _cómeme!!, bébeme!!.

Me sentía hechizado y era prácticamente imposible dejar de mirarla, quería poseerla, deseaba saciarme de ella, sabía que estar en la misma habitación con ella, era un pecado y estaba sentenciado a vibrar con su cuerpo, mil ideas y posturas asaltaban mi mente. Cerré los ojos durante un instante, por si alguna de esas ideas quedaba impregnada en la retina _desee no abrirlos, por si aquel sueño, desaparecía. Apenas unos segundos decidí abrirlos mientras acaricie visualmente cada rincón de su piel, finalmente le pedí que me acompañara mientras me deleitaba con un delicioso café y a partir de ahí, a partir de ese momento, todo se torno delicioso, aquel ángel, se despojo del manto celestial y se mostro ante mí, más terrenal, de lo que cualquier hombre hubiera soñado.
By Esther Diaz.
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