En la cocina se percibía el gran bullicio constante de ollas y cacerolas, el tintinear de los cazos y las tazas, los platos bailando sobre el agua, y la calidez de los alimentos recién horneados, el aroma del asado con pasas de Corinto, se entremezclaba con el clavo y el café recién hecho, esto formaba parte de trajín diario de Alicia. Esta se dedicaba por entero a investigar nuevos platos, buscaba el equilibrio, de cada especia, cada salsa improvisando todos los sabores, el frio y el calor, dulces y salados en un mismo bocado, sopas con verduras de tantos colores que a veces parecía un lienzo abierto a la primavera…
Y la cocinera y sus habitantes nos dejaban ver la felicidad deseada, expectantes, cada día ante un nuevo comensal.
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