La lluvia tímidamente golpeaba las ventanas
Los cristales amortiguaban el repiqueteo
Al principio ligera anunciando su llegada
Mostrándose más y más intensa según pasaban las horas
Resonando contra el suelo
Dejando una clara señal de su llegada
Todo apuntaba que no tenía pensado marcharse
Y así, casi cada día
Golpeaba ligeramente los cristales
El suave olor a tierra mojada
Acompañaba su larga estancia
Dejando a su paso una hilera de charcas
Culminaba la función con una ciudad llena de grises
Y estampados paraguas
La lluvia golpeaba con más fuerza y había una orquesta
Que cambiaba el ritmo
Contra el suelo, contra el paraguas
Charco, charco
Contra el suelo, contra el suelo
Y el ritmo se perdía
Cuando todas las gotas se fundían contra un cuerpo
Odiaba los paraguas tanto como olvidarlos en lugares
Donde ya nunca podría recogerlos
Miles de paraguas olvidados
Desperdigados
Oxidados de lluvias
Ahora su dueña se imbuía con el abrazo de cada gota
La lluvia se detenía en cada curva resbalándose en ella
Pareciendo que ambos, lluvia y mujer se disfrazaran en un extraño leguaje
Quedando todos los transeúntes al margen
Dibujando un recorrido, una danza
Donde los elementos por fin se reconocían
El pacto se llevo a lluvia
Y a la mujer…
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